viernes, 24 de julio de 2015 | |

Las experiencias novedosas para el cerebro.

El cerebro no es ni de cerca representable como una computadora, ni siquiera como una de las actuales en las que el sistema de pensamiento, etiquetado, fluido, difusión y guardado es flexible e inlocalizable vía clouds y programas online.

Desde luego, el cerebro no es más que la representación que tenemos de una masa biológica maravillosa de quien a pesar de los últimos avances en neurociencias sabemos poco. Creo que no es en esa masa biológica donde descansa la representación completa del mundo que cada uno de nosotros posee sino en la mente, que sería la representación que el conjunto del cerebro reconstruye enfrentado a la experiencia del mundo. La experiencia a su vez, captada a través de los sentidos  y reconstruida por el cerebro en la mente que es más que la suma de las partes y funciones químicas del cerebro, se presenta fenomenológicamente hablando, como un fluido continuo que la mente analiza y luego empaqueta representacionalmente permitiendo la aparición de la conciencia.

De este modo, las experiencias van constituyendo un conjunto o masa crítica de la que el cerebro dispone para moverse en la realidad. El aprendizaje se representa entonces como la capacidad de analizar y empaquetar con éxito el fluido de la experiencia con fines de adaptar la conducta al mundo con relativo éxito, aumentando nuestra conciencia ecológica de lo que somos, lo que los demás representan para nosotros y ante sí y; lo que el mundo que nos alberga es. Cada experiencia que se enfrenta con éxito, es la actualización de los aprendizajes que hemos hecho con anterioridad y que requiere el menor esfuerzo posible del cerebro y por tanto no altera lo suficiente a la mente humana.

En general, se acepta que el cerebro actúa por defecto, es decir en un modo de ahorro permanente de energía pues a diferencia de otros órganos del cuerpo, el cerebro actúa en todas las funciones del mismo. Treinta mil millones de células en el cuerpo son controladas por una carga genética cuya aparición tardó más de dos millones de años pero  todos los órganos que dan vida al cuerpo humano actúan bajo las órdenes centrales del cerebro que se ejecutan como patrones de actividad muscular o por la producción y secreción de substancias químicas que llamamos hormonas.

En relación a esta característica ahorrativa, es necesario aclarar que la mayor parte de las respuestas que el cerebro construye se organizan a través de la médula espinal. Eso permite respuestas rápidas y automatizadas que no requieren grandes gastos al cerebro, pero cuando se trata de responder a efectos de mayor complejidad sensorial, el cerebro debe activar una inmensa red neuronal (cerca de 30 billones de neuronas) para responder adecuadamente. Si la experiencia a la que es sometido no resulta novedosa, el cerebro dejará que un conjunto de procedimientos automatizados a los que llamamos hábito, actúen casi de manera automática para responder al desafío. Distinto es si la situación es nueva.

Una situación nueva es aquella donde las experiencias que el cerebro recoge como una serie continua de datos, representan una base nueva de información organizada en paquetes experienciales. Al principio, es probable que el cerebro sienta una "corriente de angustia" porque deba interpretar de manera veloz el cúmulo de experiencias nuevas empaquetadas en datos experienciales continuos. Lo primero que nuestro cerebro realiza es una búsqueda más o menos exhaustiva y veloz de las experiencias anteriores que ha empaquetado con el objeto de responder con éxito al desafío.  Si algunas de las experiencias se asimilan, total o parcialmente a antiguos paquetes de experiencia, entonces el cerebro simplemente ajustará su conducta para responder a la nueva experiencia.

En los casos en los que los paquetes de experiencia son exitosamente analizados y comparados para luego clasificar y discriminar lo antiguo de lo nuevo y reordenarlo de un modo nuevo, el cerebro habrá modificado la conducta para acercarla con éxito a experiencias anteriores. Los nuevos paquetes de experiencias interpretadas serán guardados con éxito para convertirse en hábitos nuevos o adecuaciones exitosas de antiguos hábitos.

Si por el contrario, el conjunto de experiencias continuas que constituyen la nueva situación es por completo novedosa, el cerebro comenzará a clasificar y a discriminar lo antiguo de lo nuevo sin éxito Entonces el cerebro negará las experiencias anteriores de las que pueda obtener analogías, metáforas, similitudes o incluso diferencias. Todos los hábitos antiguos desparecerán para dar lugar a un nuevo tipo de conocimiento.

Una situación nueva puede estar representada por una confrontación individual de la experiencia que puede o no exigir cambios sustantivos de la conducta. Mientras más profundas sean los cambios requirentes, más complejo será el número de recursos que el cerebro deberá construir o destruir para comprender e incluso interactuar con las nuevas experiencias. Dependiendo de la profundidad y cualidad de los recursos requeridos para su construcción, estaremos frente a un desafío conducente a la construcción de habilidades o a uno que requiera la construcción de competencias. Mientras más compleja y novedosa sea la experiencia, más compleja será la cantidad y calidad de la movilización en el cerebro.

Una situación nueva puede además requerir una respuesta individual y mono direccional o incluso multidireccional. De todas formas, el desafío pone a un cerebro individual en la búsqueda de las formas nuevas de interpretar e interactuar con lo real o experiencia empaquetada y continua a la vez. El desafío es unipersonal toda vez que las acciones individuales resuelven o no el desafío de enfrentarse  a la experiencia.

Un segundo nivel de experiencias es aquella que podemos calificar como “desafío colectivo estratégico” En ellas, la experiencia empaquetada y continua no puede ser re estructurada en el cerebro de manera individual. Es necesario para su comprensión global, que la acción de dos o más personas se confabule o acuerde un modo de comprensión para dar sentido a lo real y su interacción exitosa con el o los sujetos. En este tipo de experiencias, la comprensión e interacción con la realidad no depende únicamente del ejercicio individual sino colectivo. No se trata de un acto competitivo sino colaborativo.

Se trata en primer lugar de una experiencia multifacética, podríamos decir empaquetada en múltiples formas cuya secuencia de continuidad es también compleja. La colaboración sería la primera forma natural de resolver el problema pues el cerebro comprende rápidamente que no sólo no cuenta con recursos previos con los cuales comparar, analogar, sintetizar, evaluar o metaforear la realidad con el pasado exitoso de interpretación, sino además, es un ejercicio que no logra realizar individualmente.

Si tal cosa es posible, el cerebro deja de ser un órgano individual cuya relación con la realidad es única y transferible parcialmente y se convierte en un órgano que puede ser a la vez individual y colectivo dependiendo de la experiencia continua y novedosa a la que se enfrentan y de sus cualidades.

En tal circunstancia, los sujetos que no están disponibles para cooperar o aquellos que no pueden operar fuera de escenarios de competitividad se anulan para los sujetos que al contrario, sí pueden colaborar en el complejo proceso.

Si en el extremo, ninguno de los sujetos está disponible para cooperar o, si la nueva situación supera sus capacidades colectivas de interpretación y acción, entonces los sujetos se anularán para buscar naturalmente nuevas asociaciones constructivas positivas. Si tal cosa no ocurriera, los sujetos se anularían frente a la nueva situación, obviándola o bien ignorando la nueva situación, negando su existencia.

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